Autor: Agustín García Banderas
El presente congreso de la FELAIBE ha puesto énfasis en los problemas y dilemas bioéticos que son causados por la pobreza, la misma que en algunos casos llega la indigencia o miseria, que asola a millones de seres humanos que viven en los países tercermundistas o periféricos. Este problema real debe ser afrontado con soluciones reales que beneficien al mayor número de personas, y sobre ese tópico voy a exponer algunas ideas que no son originales, sino compartidas por muchos bioeticistas que se han pronunciado y escrito sobre el tema.
La pobreza es una medida que denota situación de carencia; tradicionalmente se ha utilizado el ingreso para cuantificar el bienestar de una población. Esto ha sido cuestionado por que el ingreso es solo una medida para satisfacer necesidades y porque el bienestar comprende elementos como educación, vivienda, salud, nutrición, que pueden ser satisfechos a través del ingreso per cápita o por la provisión de servicios públicos. La medida más adecuada se considera el enfoque de bienestar por el conjunto de capacidades que una persona posee para funcionar de una manera efectiva en la sociedad.
A continuación expongo algunos datos del Ecuador sobre este aspecto: según el censo del 2001 el 61.3% de la población tiene carencias graves en el acceso a educación, salud, nutrición, vivienda y oportunidades de empleo y cerca del 32% viven en condición de extrema pobreza. Esperamos en el censo del 2011 estas cifras hayan mejorado.
· La persona se considera como pobre si el ingreso total per cápita es menor a 57.29 (USD.)
· Si es menor a 32.28 se considera en indigente.
· La pobreza por ingresos a diciembre de 2008 se estima en 22.62%.
· Indicador de pobreza nacional urbano rural 35.09%.
· Indicador de extrema pobreza nacional urbano 7.57%.
· Indicador de extrema pobreza nacional rural 31.73%[1].
Estadísticas del 2011 de la OMS revelan que en algunos ámbitos de la salud pública los avances son lentos o inexistentes.
· La nutrición diferente en los primeros años de vida es común en varias partes del mundo y se estima que 115 millones de menores de 5 años tienen peso por debajo de lo normal, especialmente en África.
· La mortalidad infantil ha pasado de 12.4 millones a principios de los 90 a 8.1 millones en el 2009, pero con incidencia alarmante en África.
· La neumonía o diarreas son las que más muertes infantiles provocan hasta los 5 años y también África lleva la peor parte.
· Ha bajado en 34% el número de mujeres que mueren por complicaciones durante el embarazo y el parto; pero se necesitaría pasar al doble para cumplir el objetivo del milenio de reducir en ¾ el número de muertes por esta causa hasta el 2015.[2]
Al referirse a la pobreza en el mundo, Dower[3] señala que la quinta parte de la población mundial vive en la pobreza absoluta; ese trasfondo de desigualdad social determina hambre, desnutrición, enfermedad generalizada y elevada mortalidad infantil. Todos tenemos la obligación de contribuir a aliviar la pobreza mundial, la asistencia esperada tiene una dimensión no cuantificable que es la responsabilidad moral de todos.
El contrato social o civil lo contraen libremente los ciudadanos y tiene por objeto, de una parte proteger los derechos de todos los individuos y de otra promover la igualdad de oportunidades y la equidad básica. En el pensamiento de Dower la función del estado está representada por la justicia; si en un sentido justicia significa protección de la privacidad de la persona mediante los derechos civiles y políticos, en otro sentido significa promoción de la igualdad de oportunidades o de la equidad mediante los derechos económicos, sociales y culturales. La idea de justicia no engloba simplemente lo que los individuos se hacen unos a otros, sino también, la estructura y relaciones generales que existen o deben existir en una sociedad.
Para entrar en el tema de la bioética y su relación con la pobreza debemos indicar que este movimiento surgió hace cuatro décadas en Norteamérica como una respuesta a lo que se llaman “situaciones emergentes”, producidas por la irrupción en el ejercicio médico de una tecnociencia, cuyo desarrollo avasallador dio un giro copernicano a la medicina en la segunda mitad del siglo que feneció. La primera mitad estuvo dominada por el desarrollo de la física que culminó con la fisión del átomo y el uso perverso de la energía nuclear, cuyo símbolo es el fatídico hongo de Hiroshima.
En el campo de las ciencias biológicas, se llegó a tocar el gen con las consecuencias de la manipulación genética; se ha pretendido fabricar vida en laboratorios recurriendo a la fecundación in vitro, hasta llegar a la clonación, y en el otro confín de la vida toda la tecnología aplicada a prolongar la agonía de los seres humanos, la resucitación y una series de maniobras distanasicas, expropiaron al hombre la posibilidad de decidir sobre su salud y su propia muerte. A esto se deben añadir una serie de experimentos en los cuales no se pensó siquiera en la dignidad humana.
Todo lo dicho anteriormente determinó que se destruya el mito de la supuesta neutralidad de la ciencia a la cual el positivismo le había conferido categoría de deidad. La ciencia no puede estar más allá del bien y del mal, sino que debe trabajar en beneficio de la humanidad y estar enmarcada en los límites de la bioética (ética de la vida). Este fue el inicio de la bioética en el corazón del imperio y por esa línea ha seguido, a despecho de la visión holística de Potter.
El hecho de que haya sido un constructo cultural norteamericano, ha determinado que ponga como vértice de su axiología el principio de autonomía y relegue a un lugar secundario y modesto al principio de justicia, sin tomar en cuenta la llamada “ética de las situaciones persistentes”.
Esta forma de trabajar implica en mi concepto un reduccionismo que le confina a una especie de ética médica aplicada, basada en principios “prima facie” que tienen igual jerarquía, no son absolutos y de hecho entran en conflicto cuando se trata de aplicaciones concretas, lo que convierte a la deliberación en un mero procedimentalismo. De ahí que hayan surgido modelos alternativos o complementarios, los mismos que en el momento actual han adquirido gran importancia.
Cuando nos referimos a principios, los consideramos aquellos valores superiores que sirven de fundamento filosófico a la ética y no meros inicios de camino para la resolución de conflictos concretos. De acuerdo a Silva Brussino: “Hay que tomar en cuenta que los principios morales son logros de la autoconciencia de la humanidad, pero esta autoconciencia no es posible sin un marco de referencia histórico y contextual, que permita comprender cabalmente el significado de los principios éticos, el por qué de su jerarquía, cuando entran en conflicto y decir por qué debe haber en la ética un núcleo innegociable que no admite excepciones”.
De acuerdo a esto, han surgido en Latinoamérica nuevos enfoques con un profundo contenido humano y filosófico, que es la bioética basada en los derechos humanos, que colocan como fundamento el respeto a la dignidad inherente a las personas, la justicia como equidad de bienes y oportunidades. En palabras de Tealdi[4]: “los derechos humanos son el mínimo moral o la frontera demarcatoria entre los mundos de la moral y la inmoralidad, esto nos permite comprender el carácter fundamental de la dignidad humana como valor incondicionado”. En mi criterio, esta dignidad humana como valor incondicionado provee el basamento solido que necesita la bioética tanto en la doctrina como en la praxis.
La Bioética de Intervención es una de las corrientes que integran la bioética Latinoamericana y tal como la define su principal exponente Volnei Garrafa[5], “es una propuesta conceptual y práctica que pretende avanzar en el contexto internacional, a partir de América Latina, como una teoría periférica y alternativa a los abordajes tradicionales verificados en los países centrales”.
Esta alternativa se justifica por qué el modelo el Beauchamp y Childress, aún después de la revisión del 2001 es insuficiente para:
Análisis contextualizados de conflictos que exijan flexibilidad para una determinada adecuación cultural.y para el
Enfrentamiento de macro problemas Bioéticos persistentes padecidos por la mayoría de la población de los países Latinoamericanos con significativos niveles de exclusión social[6].
Postula que debe regir una bioética que haga de la dignidad humana el centro de todos los valores, alrededor del cual giran la equidad, integridad, privacidad, confidencialidad, no discriminación, no estigmatización, solidaridad y tolerancia; los mismos que se consagraron en la Declaración Universal de Bioética y Derechos Humanos de la UNESCO (2005).
A estos valores que dan un fundamento ideológico solido, la bioética de intervención agrega lo que llama las cuatro P[7], para el ejercicio de una práctica bioética comprometida con los más desprotegidos, con la cosa pública y con el equilibrio ambiental y planetario del siglo XXI:
- Prudencia con lo desconocido.
- Prevención de posibles daños e iatrogenias.
- Precaución frente al uso indiscriminado de nuevas tecnologías.
- Protección de los excluidos sociales, delos más frágiles y vulnerables.
Estos conceptos y valores deben ser el núcleo duro de esta multi-inter-transdisciplina como suelo denominar a la bioética, coincidiendo con el profesor Garrafa:
Multi: porque estudia un mismo tema desde diversas disciplinas aportando cada uno con su enfoque.
Inter: porque hay una transferencia de métodos entre las diversas disciplinas.
Trans: porque son disciplinas que dialogan entre si promoviendo nuevos conocimientos[8].
El principio filosófico que la sustenta es el “utilitarismo consecuencialista” que consiste en el mayor bien para el mayor número de personas. En la esfera pública y social esto significa que las prioridades en política y en la toma de decisiones deben favorecer al máximo número de personas durante el mayor tiempo posible y en la esfera privada la búsqueda de soluciones viables dentro de sus propios contextos socioculturales. Es fundamental una comprensión clara del significado de la equidad (reconocimiento de las diferencias y diferentes necesidades de los actores sociales). Se pueden alcanzar derechos universales, entre ellos una vida con dignidad.
La equidad en materia de salud es la consagración de un derecho humano constante en la Declaración Universal, así como la posibilidad de un acceso universal e igualitario, que no se queda en el papel del estado benefactor, sino que incluye el empoderamiento de los actores sociales involucrados y la participación ciudadana en la administración de los servicios de salud, lo que implica asumir responsabilidades para llevar adelante el proyecto.
La bioética de intervención significa un intento en la búsqueda de respuestas más adecuadas para el enfrentamiento de macro problemas y conflictos colectivos que tienen relación concreta con los temas Bioéticos persistentes constatados en los países pobres y en vías de desarrollo. La igualdad como punto de llegada de la justicia social, la equidad y el derecho a una vida con dignidad, constituyen objetivos centrales como camino de la ética aplicada en la Declaración de Derechos Universales.
Es imprescindible que en el caso de los países latinoamericanos la discusión ética se incorpore al propio funcionamiento de los sistemas públicos de salud. Respecto de la responsabilidad social del estado, la definición de prioridades con relación al destino y distribución de recursos, la administración del sistema, el involucramiento organizado y responsable de la población en todo el proceso y la preparación más adecuada de recursos.
En el siglo XXI la bioética clínica adquiere identidad pública y no puede ser considerada únicamente como un problema de conciencia privada o particular, a ser resuelto en la esfera de la autonomía individual y del fuero íntimo. Hoy crece en importancia, no solo respecto al análisis de las responsabilidades sanitarias y a la interpretación histórico social de los cuadros epidemiológicos, sino también en las formas de intervención a ser programadas en las decisiones de bioética clínica, en la formación del personal y en la responsabilidad del estado frente a los ciudadanos, principalmente los más necesitados.
Otro aporte interesante de la bioética de intervención es la consideración de que el cuerpo es la materialización de la persona, la totalidad somática en la cual están articuladas las dimensiones física y psíquica, que se manifiesta de modo integrado en las relaciones sociales y con el medio ambiente. En este sentido las necesidades relacionadas con la supervivencia de los individuos y con la manutención de su existencia corpórea son el sustrato a partir del cual las culturas dibujan sus diferencias.
El referente primordial de la propuesta es la matriz de los Derechos Humanos contemporáneos. Aboga por el reconocimiento del derecho colectivo a la igualdad e incluye el concepto de “ciudadanía expandida” en la cual los derechos están más allá de las garantías aseguradas por el estado.
En lo referente a la cuestión ambiental afirma que es indispensable la preservación de los recursos naturales para las generaciones futuras mediante la sustitución de la tesis positivista del desarrollo por la tesis de la sustentabilidad. En este sentido, la incorporación de los llamados derechos difusos en un imperativo categórico que determina la reducción del consumo a los necesario para la vida de las personas y poblaciones.
COLOFON
En la presente disertación he enfocado a grandes rasgos el desarrollo de la bioética desde su inicio en Norteamérica y luego el trasplante a los países latinoamericanos, en el cual no se tomó en cuenta las diferencias socioeconómicas, religiosas, culturales y políticas. He efectuado en breve análisis de la pobreza y su impacto en nuestras sociedades. La respuesta a estos graves problemas por parte de aquellos que nos hemos dedicado al estudio y difusión de esta multidisciplina es el paso de la especulación filosófica a la acción social, que combata la miseria, inequidad, marginamiento y discriminación entre otras realidades negativas que menoscaban la dignidad humana.
En el transcurso de cuatro décadas de hegemonía del modelo principialista, fundado en el “Mantra de Georgetown ” han surgido movimientos ideológicos para construir una bioética acorde con la realidad de nuestros países, basada en los Derechos Humanos, consagrados en la Declaración Universal de 1948 y en la Declaración de Bioética y Derechos Humanos de la UNESCO en el 2005.
La bioética de intervención es una de las corrientes de la nueva bioética latinoamericana y hace aportes de gran importancia para la solución de los problemas persistentes que afrontan nuestros países, y junto con la bioética de protección se presenta como una alternativa digna y humanizadora de los modelos preexistentes.
Debemos ocuparnos de la defensa del “Oikos” que es la casa grande la humanidad y de todas las especies vivientes, que a diario son víctimas de la depredación causada por las transnacionales, que en su afán desmedido de lucro van arrasando con todo lo que encuentran a su paso, produciendo el agotamiento de la biosfera.
La naturaleza atacada en aire, mar y tierra, parece haber asumido el papel de una nueva Némesis y reacciona con espasmos que se traducen en terremotos, maremotos, erupciones volcánicas y de sus entrañas resecas se niega a brotar el alimento. De esta manera el “in dubio pro malo” preconizado por Hans Jonas, debe ser considerado como una urgencia en el momento actual, ya que de otro modo, corre riesgo el futuro del planeta y de las nuevas generaciones que encontrarán un mundo inhabitable.
EL presente Congreso es el escenario propicio para intercambiar conceptos, ideas y propósitos para mejorar la situación de salud, educación y nutrición de nuestras naciones y fortalecer el desarrollo de una corriente ético-filosófica propia, que se inició hace algunos años. En el siglo XXI nuestra obligación es la de mostrar a la faz del mundo que somos capaces de unirnos y liderar este nuevo movimiento bioético
Quito, 1 de junio 2011
[1] INEC
[2] Redacción EFE. eltiempolatino.com/salud29-05-11 The Washington Post Company.
[3] DOWER N “La pobreza en el mundo” en Singer P (ed.) Compendio de Ética Alianza Diccionarios. Madrid. 1995.
[4] TEALDI J. Diccionario latinoamericano de bioética. Redbioética, UNESCO, Universidad Nacional de Colombia. Colombia. 2008. Pág. 178
[5] Op. Cit. Pág. 161
[6] Op. Cit. Pág. 162
[7] GARRAFA V: “Análisis crítico y propuestas para un estatuto epistemológico de una bioética latinoamericana. http://www.redbioética_edu.com.ar. Pág. 6
[8] Op. Cit. Pág. 8