Dr. AGUSTÍN GARCÍA BANDERAS
Hace 10 años, un grupo de profesionales de diferentes ramas, unidos por un ideal común, la preocupación por la Bioética y su importancia como actitud de los seres humanos ante la vida, acudimos a la convocatoria del Dr. Oswaldo Chaves, uno de los pioneros de este disciplina en el país y fundador de la S E B.. Se designó una directiva provisional, presidida por él y encargada de elaborar los Estatutos y someterlos a la aprobación del Ministerio de Salud Pública; este proceso duró cerca de un año y se ratificó a la directiva provisional por un período de tres años. Considero necesaria esta digresión que aclara la constitución de nuestra sociedad y la adquisición de su personería jurídica.
La Bioética llegó al Ecuador con un retraso de casi tres décadas en relación a su bautismo bipolar y simultáneo en Wisconsin con Potter y en Georgetown con Helleger, inclusive iniciamos nuestra gestión en este campo con algunos lustros de retraso en relación a otros países de América latina, como Argentina, Colombia y Chile entre los principales. Nos inclinamos por la tendencia holística de Potter, sin prescindir del modelo principialista que se había extendido a Latinoamérica, mediante el fenómeno del “Trasplante”.
En la actualidad ,seguimos los lineamientos consagrados en la Declaración Universal de Bioética y Derechos humanos , proclamada por la UNESCO en el 2005, ya que consideramos que esta, coloca como fundamento el respeto a la dignidad inherente a las personas y la justicia como equidad de bienes y oportunidades. En palabras de Tealdi: “Los DDHH son el mínimo moral o la frontera demarcatoria entre los mundos de la moral y la inmoralidad, esto nos permite comprender el carácter fundamental de la dignidad humana como valor incondicionado”. En mi criterio ,esta dignidad humana como valor incondicionado, provee el basamento sólido que necesita esta multidisciplina tanto en la doctrina como en la praxis; al ubicar la dignidad humana como centro de todos los valores, alrededor del cual giran la equidad, integridad, privacidad, confidencialidad, no discriminación , solidaridad y tolerancia; por lo expuesto tenemos la convicción de que hemos tomado el rumbo correcto.
En varios foros, tanto nacionales como internacionales, he manifestado la idea de que la vida de las sociedades académicas, sigue un curso similar al desarrollo biológico de los individuos; aplicando este concepto a la S E B., podemos decir que estamos en la infancia; no obstante , el hecho de habernos relacionado con sociedades y organismos internacionales de gran importancia y amplia trayectoria como la UNESCO, SIBI, FELAIBE, O P S., me permite afirmar que estamos entrando en la etapa de la adolescencia y nos estamos consolidando con los mejores auspicios.
Un hito histórico en la existencia de la Sociedad, constituyó la organización y realización del 5° Congreso Latinoamericano y del Caribe, que se efectuó en el 2005, con la participación de eminentes profesores nacionales e internacionales de esta multiintertransdisciplina, como suelo llamarla , porque creo que este neologismo es el que mejor la define. Al cumplir este año la primera década de fundación, hemos querido celebrarla con estas jornadas.
Estimo necesario hacer algunas reflexiones que justifican la existencia de la Bioética como una nueva ética aplicada a la sociedad en la que nos ha correspondido vivir, pensar y sentir. Durante varios siglos estuvo vigente en Occidente un código único de moralidad, con la religión como fuente primaria de la misma.
En el siglo XVIII, llamado “el siglo de las luces”, Kant definió a la Ilustración como la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad” y resucitó el antiguo SAPERE AUDE de Horacio ( atrévete a pensar por ti mismo). De esta forma , el teocentrismo fue reemplazado por el antropocentrismo, que elevó a la ciencia a la categoría de infalible; en la posmodernidad, la ciencia ha demostrado ser insuficiente, relativa y vana para satisfacer a una humanidad ávida de un sostén espiritual. Si no se encuentra respuesta en la religión ni en la ciencia, hay que buscarla en la ética, que es la moral pensada y reflexiva.
Aranguren afirma que la era de la modernidad ha terminado y que estamos entrando a la posmodernidad, la misma que cuestiona al racionalismo y sus contradicciones y le desmitifica. Lo posmoderno es la conciencia de la inutilidad, intrascendencia y falta de sentido de la vida.
La sociedad actual presenta un rostro Jánico: en una cara está una minoría hedonista que solo busca la satisfacción inmediata de los placeres, el consumismo desenfrenado y persigue el fantasma del éxito personal, sin pensar en los medios que usa para conseguirlo. La otra cara está formada por millones de seres humanos que no tienen para satisfacer sus necesidades básicas, y en los cuales se ha ensañado la pobreza y es causa de enfermedad ,desnutrición y muerte en los cinturones de miseria de las ciudades o en la aridez desértica de los campos abandonados. Estas inequidades persistentes en el tiempo , deben ser motivo de preocupación de la Bioética.
Dentro de este entorno, el hombre de los albores del siglo XXI, se siente desnortado y sin horizonte, ha perdido la brújula y corre el riesgo de naufragar en un océano encrespado, que le impide ver un fanal de luz hacia el cual dirigir su navío, y siente que su paso por la tierra carece de justificación; de esta manera ha llegado al vacío existencial colmado por la ausencia de Dios.
El siglo que feneció estuvo azotado por dos guerras mundiales , provocadas por regímenes totalitarios, que arrrasaron el valor de las personas, pisotearon la libertad de conciencia y procedieron aa la destrucción sistemática de las que llamaron vidas carentes de valor, arrinconándoles en guetos y campos de concentración, y haciendo con ellos experimentos que espeluznan al solo recordarlos. Cuando terminó la pesadilla los genocidas fueron juzgados en Nüremberg, pero antes de ello se habían hecho estallar dos bombas atómicas, con la secuela de destrucción y muerte de gente inocente. Este juicio se considera uno de las hitos históricos de la Bioética, pues ahí se negó la supuesta neutralidad de la ciencia, se acuñó la frase : “La medicina perdió su inocencia en Aushwitz, así como la física la perdió en Hiroshima.El Código de Nüremberg es el documento sobre experimentación en seres humanos, que aún sirve de referente para la defensa de los probandos.
Cuando la ONU proclamó en 1948 la Declaración universal de Derechos Humanos, ese documento significó el inicio de la recuperación de las cualidades propias de la especie y el surgimiento de un movimiento de defensa de la vida y de los valores permanentes ,que posteriormente se ha desarrollado con el nombre de Bioética, que tiene las características de secularidad, pluralismo, tolerancia y enfoque prospectivo , para afrontar las situaciones emergentes que surgen del ejercicio de una medicina tecnificada. Nosotros la concebimos como un amplio espacio de diálogo en el que tienen cabida las opiniones de los diversos actores sociales.
Ahora ya no vivimos la era antropocéntrica, sino una época de tecnocentrismo; vale decir que todo gira alrededor de una técnica que cambia a diario y avanza de una forma incontrolable ,lo que nadie puede avizorar es hacia donde nos llevará este avance. El hombre de este tiempo es una pieza despersonalizada , inmersa en el enorme engranaje de la maquinaria industrial, carece de metas a mediano y largo plazo y lo único que aspira es a ganar el pan cotidiano para llevarlo a su hogar.
Ante esta realidad la Bioética afirma que la técnica debe estar al servicio del hombre y no debe convertirse el ser humano en esclavo de la tecnociencia.
El mundo actual es un caleidoscopio en el que coexisten gentes de diversas procedencias geográficas con sus propios valores y respectivas culturas. Hombres de diversas religiones con sus dioses y profetas, se dan la mano con agnósticos y ateos; seres de todas edades y razas comparten un mismo espacio en las grandes metrópolis; los fundamentalismos de todo tipo causan miles de muertos y heridos en muchas partes del globo, la tortura denigrante se ha consagrado como método de investigación; la tierra huele a gases tóxicos y descomposición.
En un mundo en el que habitan “amigos morales” y “extraños morales” , al decir de Engelhardt, la Bioética alza su voz para decir que la libertad de conciencia y la tolerancia mutua, son los pilares fundamentales sobre los cuales debe construirse una nueva sociedad.
Las grandes transnacionales, en su afán de lucro y poder , se han convertido en los mayores depredadores del planeta: a diario destruyen los bosques, contaminan las aguas, bucean las profundidades oceánicas para extraer y extinguir la flora y la fauna. Ante este criminal atentado al OIKOS, la casa común de la humanidad. Potter consagró la Bioética como la “ciencia de la supervivencia” y Hans Jonas reformuló el “imperativo categórico” con el “Principio de responsabilidad”, que es una clarinada de alerta respecto de la obligación que tenemos con las generaciones futuras.
Las ciencias biológicas evolucionaron en el siglo XX como nunca antes en la historia de la civilización; el estetoscopio y la mano delicada que exploraba el organismo del enfermo, se han visto desplazados por equipos sofisticados de diagnóstico imagenológico, las cavidades corporales son exploradas por fibras ópticas que captan al detalle patologías insospechadas, con la capacidad de extirparlas quirúrgicamente; la radio y quimioterapia destruyen los tumores, pero al mismo tiempo afectan a las células normales; los progresos de la antibioticoterapia han permitido controlar infecciones que diezmaban poblaciones enteras, con lo cual la expectativa de vida se ha duplicado a lo largo de una centuria, y actualmente se estima en 75 años para nuestro país y en el presente siglo puede esperarse un aumento todavía mayor.
Las fronteras de la muerte se han postergado, mediante el uso de aparatos que reemplazan las funciones del corazón, los pulmones, riñones y muchos órganos más y conservan los signos vitales de pacientes, cuyo cerebro anóxico ha perdido la capacidad de pensar y relacionarse. Frente a estos vegetales o “cuerpos deshabitados”, la Bioética dice que no debe ser una norma de conducta la medicalización de la muerte, si no el respeto a la dignidad del ser humano que ha llegado al final de la vida y que el poder actual de la Medicina debe emplearse para aliviar el sufrimiento y no para prolongarlo.
Ahora se puede fabricar, no crear, vida humana en el ambiente aséptico y despersonalizado del laboratorio, reduciendo el origen de un ser humano a una mera fusión de gametos. Hay “bancos de embriones” con los cuales se puede experimentar y destruirlos si no reúnen las condiciones biológicas, o retirarles como se hace de una cuenta corriente , para depositarles en organismos de mujeres que alquilan sus cuerpos para el deber como otras lo hacen para el placer , surge entonces la pregunta ¿ es mucha la diferencia?. la respuesta se la encuentra en la máxima kantiana: “ En el reino de los fines, las cosas tienen precio y el ser humano tiene dignidad”.
Se ha intentado fabricar entes idénticos a partir de la clonación, contradiciendo la definición del ser humano como “individuo único e irrepetible”. A todos estos milagros de la tecnociencia responde la Bioética con la frase: “ no todo lo técnicamente posible es éticamente aceptable”.
Los científicos a inicios del siglo XXI, se han acercado como nunca a los códices que explican el misterio de la vida: el ADN, los genes, los cromosomas, los aminoácidos esenciales con sus posibilidades casi infinitas de combinarse, nos transportan a un asombroso universo microscópico, en el cual es posible predecir las patologías que podrá padecer una persona desde antes de nacer, además existe la posibilidad de intervenir en el mapa genético y modificarlo.
Al llegar a este punto, habremos de convenir que nos sentimos con un poder cuasi divino, pero al mismo tiempo nos invade la angustia de no saber hasta donde se puede llegar encadenados a un progreso que no conoce límites. Y al sucumbir a la tentación de ser como Dios, el hombre está condenado a ser lo que es: un ser consciente de su grandeza y su servidumbre; la inocencia paradisíaca del individuo prehumano se vio reemplazada por la libertad para decidir entre lo bueno y lo malo.
Este concepto irrenunciable del libre albedrío , es el que nos hace estremecer cuando vemos que muchas conductas y patologías pueden estar inscritas en el material genético, llegando al dilema entre libertad y determinismo, y el “hombre de cristal” , como se lo llama, exhibe su intimidad biológica ante la faz del mundo.
Todo lo expuesto anteriormente nos causa asombro, ya que ,especialmente las nuevas generaciones, creen en una Medicina omnipotente y basada en las evidencias que le proporcionan los aparatos de última generación, olvidando que el hombre es un ser frágil y vulnerable y necesita de un personal de salud que ejerza el arte de curar y cuando no se logra la curación, cumpla el acto humano por excelencia que es el de cuidar, acompañar en la enfermedad y mitigar el sufrimiento.
La especie humana necesita de ayuda y cuidado desde el momento del nacimiento hasta que exhala el último suspiro. A diferencia de otras especies que están centradas en su medio y obran con precisión y por instinto, los humanos somos excéntricos al medio y necesitamos adaptarnos permanentemente y modificar el entorno; este estado de indefensión e indigencia, determina una dependencia radical de los otros para alimentarse, levantarse, caminar y todo lo que vamos aprendiendo a lo largo de los primeros años de vida.
La enfermedad ,según James Drane lesiona el centro de las personas y disminuye la vida en su funcionamiento físico, espiritual, ético y social ,y en el caso de las dolencias crónicas o incapacitantes, representan una fractura en la existencia del paciente, quien se refiere a su vida con un antes y un después del padecimiento, que además le desconcierta ,ya que recién toma conciencia de su debilidad y de que es “un ser para la muerte”.
Ante este ser desvalido, el personal de salud debe practicar la ética del cuidado, en la que se considera a la persona en su totalidad espiritual y corporal, usando el lenguaje verbal y gestual, que implica un acercamiento físico y moral, complementado por la empatía,y la escucha activa, dedicando al paciente todo el tiempo que necesita, procurando sincronizar los relojes anímicos. Por esta razón hemos elaborado la Declaración de Bioética de Quito 2013, que se suscribió el miércoles pasado; en ella se consagran las virtudes y actitudes enunciadas y se defiende la dignidad e integridad de los seres humanos que participan en investigaciones, Estamos convencidos que la difusión y práctica de estas tesis, dará como resultado un ejercicio humanizado de la práctica médica.
En mi concepto todos los seres humanos somos vulnerables, pero hay grupos o condiciones que nos afectan más profundamente, de aquí que se considere como tales a los niños, a las gestantes y a los ancianos, cuyo desamparo es en ocasiones causa de molestia para aquellos que tienen la obligación de cuidarles .
Párrafo aparte merece la atención de los enfermos terminales, quienes , al fin de su periplo en la tierra, sienten que la esperanza se adelgaza cada día y solamente les queda un oscuro túnel sin luz ni fronteras. En este punto, la única respuesta humana es el cuidado, en la que el cuidador tenga esperanza y sepa trasmitirla, para calmar la angustia del moribundo y su familia; esta actitud espiritual, que a decir de Laín Entralgo convierte al médico en dispensador de esperanza, es todo lo contrario de la distanasia , que basada en la creencia de que “mientras hay vida hay esperanza”, atormenta al paciente con todos los aparatos y fármacos que le provee la tecnología actual; tampoco quiere decir que sea un” vendedor de ilusiones” y engañe por compasión. Los cuidados paliativos representan la respuesta integral al dolor y ansiedad que acompañan al final de la vida y deben tratarse en todo foro de Bioética, sin considerarlos repetitivos.
En esta década se han incorporado nuevos socios valiosos, pero hemos tenido que lamentar la ausencia definitiva de los siguientes compañeros y amigos:
Oswaldo Chaves: propulsor de la Bioética holística en nuestro país, fundador y primer Presidente de la S E B., maestro universitario, Exdecano y fundador de la Facultad de Medicina de la PUCE.
Marco Buendía: psiquiatra, músico, polemista, defensor de las causas justas.
Fernando Domínguez: discípulo, amigo franco y leal ,con quien sosteníamos hermosos diálogos filosófico literarios y de Bioética . Fue él quien me pidió que ingrese a la SEB.
Edmundo Granda : médico humanista de gran valía; defensor de las libertades y los derechos humanos.
Héctor Jarrín: Presidente de la Federación medica ,ginecólogo , profesor de la U C.
Susana Tejada: Enfermera, Catedrática de la Universidad Central
Efraín Torres Chaves: Jurisconsulto y docente universitario.
Todos ellos atravesaron a su tiempo la indescifrable portada que separa el mundo conocido de lo ignoto y contribuyeron con sus conocimientos y dedicación al desarrollo de nuestra Sociedad. Sentimos su presencia inmaterial en esta ceremonia y su memoria revive en nuestra mente al evocarlos ( Pido un minuto de silencio como homenaje a su recuerdo).
Han transcurrido diez años desde la fundación de la S E B. y hemos considerado un deber, hacer acto de presencia mediante las presentes jornadas .Hemos trazado un sendero por el que hemos transitado durante dos lustros y tenemos un núcleo ideológico definido , que es el de la construcción de una Bioética latinoamericana, acorde con la idiosincrasia, religión ,tradiciones ancestrales de nuestros pueblos, así como su realidad económico social. Debemos reconocer que somos diferentes en todos los aspectos mencionados a los países del hemisferio norte, en los cuales se inició el movimiento bioético; por lo expuesto, me permito vaticinar que durante el presente siglo se consolidará en la América latina y el Caribe una Bioética de características propias, que torna la mirada a las fuentes primigenias de la Bioética holística en la concepción potteriana, frente a una tendencia reduccionista que le ha asignado el lugar de la antigua ética médica aplicada.
El objetivo de la Bioética global según Potter es el de formar personas capaces de percibir la necesidad de futuro y de cambiar la orientación actual de nuestra cultura, además que puedan influir en los gobiernos y en el ámbito local y global, a fin de conseguir el control responsable de la fertilidad, la protección de la libertad humana y la preservación y restauración del medio ambiente. Estos son los requisitos mínimos para hallar una supervivencia aceptable, contrapuesta a supervivencia miserable.
Estas ideas con pequeñas modificaciones ,han sido acogidas por nuestra Sociedad, e incorporadas a los Estatutos reformados como fines específicos y constan en el Banner y en el nuevo logo. La senda está abierta y aspiramos a que transiten por ella las personas que nos tomen la posta; hay mucho que hacer en el campo casi ilimitado de la Bioética.
Dentro de los logros trascendentales en el quehacer de la S E B. cabe resaltar la creación del núcleo del Azuay, cuyo Presidente es el Dr. Juan Morales y está integrado por valiosos profesionales de prestancia académica.
Quiero consignar nuestro agradecimiento a la Unión ecuatoriana de escritores médicos, al CEPI, entidades integradas por colegas que tienen la convicción de que la Medicina no es una profesión que se limita al recetario y al quirófano, sino que trasciende a otras manifestaciones del espíritu humano, tales como la literatura, pintura, escultura y las artes en general. Renuevo el agradecimiento al Museo de la Medicina, que nos ha facilitado su local para el desarrollo de las Jornadas, al maestro Miguel Angel Sánchez, a los participantes en conferencias y mesas redondas y al público que nos ha acompañado.
Nuestra máxima aspiración es la de suscitar inquietudes respecto de la necesidad de la enseñanza de la Bioética en los planteles educativos, desde los primeros niveles. En un mundo en el que impera la egolatría , el ansia de riqueza y dominio y la corrupción, la única respuesta es la moral vivida y practicada desde los albores de la existencia.
Para concluir esta intervención, reitero la invitación a los asistentes a estas Jornadas, para que se incorporen en calidad de socios activos a la S E B. Al cabo de diez años hemos desarrollado nuestra labor a paso lento , pero seguro y sin descanso, superando escollos y venciendo dificultades. A manera de colofón, quiero citar estos versos de don Gregorio Marañón que tanto nos impactan:
“ Vivir no es sólo existir,
Sino existir y crear,
Saber gozar y sufrir.
No dormir si no soñar.
Descansar es empezar a morir”