A LOS MÉDICOS VÍCTIMAS DE LA PANDEMIA. Pedro Isaac Barreiro

Soy semilla

Ruth Cobo

¡Soy semilla y grito por mi vida! “Esos chorros de pus, mangas de Satanás” ¡Monsanto!
No podrás acabar con la vida!. 

A la semilla

He nacido de ti
del beso que no olvida y desdobla
la epidermis
para sembrar radiatas 
en medio del desierto.
Radiatas que florecen detrás de los inviernos
y heredan semillas para nueva cosecha

He nacido de ti
desde cada silencio de la nieve
Soy golondrina, palmera y 
azafrán
que vuelvo en el surco de la tierra
lista
para cada vendimia en primavera
para multiplicar 
su germen entre las arenas en luna nueva
y volver germinada
semilla soy 
espiga- y- 
manzano-trigal –y- madreselva
haba- 
-lenteja- maíz-
gardenia
eterna en la galaxia
y la montaña
sigo siendo la vida en cada arista
de la elipsis eterna

Soy capulí y naranjo
palmera y cebada
para habitar la 
la tierra cuna y madre
útero y leche
espacio de jacintos y alelíes
de orquídeas y libélulas
que han venido a sembrarnos en el alma
la vida!

Y ahora viene un monstruo habido de hambre
Monstruo apocalíptico
a querer ocupar la faz de la semilla. El 
hortelano gime junto a la amatista la penumbra Monsanto 
intenta deshilachar la tierra

La tierra vientre, fluye nacares girasoles 
pródigamente 
amable fluye arroyos, 

Los viñedos se agitan poblando los desiertos
la tierra canta y el agua es un unísono
en la cascada
la flor nació y brotó la 
semilla 
con la ayuda del viento y de la 
luna
en tu útero de arcilla y de arena
begonia y nuez
trigo y hierva buena
para alimentar al trino y la pupila
cuando la semilla pare castañuelas. Semilla – madre. Inicio 
mío, en mi tierra andante
¡ soy semilla y grito por mi vida!
soy semilla y quiero germinarme
como ayer en la selva y la pradera
poblar de aromas y frutos la montaña
para 
saciar el hambre de la gente
hijos míos y poros de mi cuerpo. Ahora 
un grupúsculo de hombres, quieren bloquear
Tu vida

“Esos chorros de pus, mangas de Satanás” ¡Monsanto
No podrás acabar con la vida!. La
llama del Espíritu vivirá en la semilla.

Kondáphis.
Junio-213.

Poema leído por el décimo aniversario de Bioética, en Ecuador.
Junio – 2013.

LOS DESAPARECIDOS

Ricardo Landín Paredes

Médico Humanólogo


Son decenas, centenares, miles… y millares vuelven

son rostros, manos y sangre que se fue

son recuerdos, esperanzas y presencia que regresa

los desaparecidos nunca fueron olvidados.

Sucedió hace un día, hace meses, hace años o hace siglos pasajeros

o quizá fue por la noche, nunca lo supimos, nunca lo sabremos

pero sí supimos que la desaparición se escondió del sol

que manos traicioneras silenciaron voces muy sonoras.

Un desaparecido es alguien sin nombre con una poderosa personalidad

un alguien peligroso para dictadores, autócratas, o para arteras plutocracias

es alguien enterrado en un suelo clandestino… en un abismo sin ventanas

es alguien lanzado desde el cielo hasta la mar sin fondo ni oleaje.

Desaparecidos son todos los desconocidos

son cadáveres sin rostro, son rostros sin sonrisa

son brazos, piernas, cerebros que clamaron justicia con valor

son tormentos que aparecen a diario en la memoria de los asesinos.

«Un senador (como Pinochet ) es apenas vitalicio… los Desaparecidos…  !son eternos!»

                                                  Eduardo Galeano

¿Derechos Humanos?

Ricardo Torres Gavela

Por sobre la condición de las muchedumbres que reptan la luz efímera de las ciudades en la noche.

Por sobre su enemistad lujúrica con los celajes y los horizontes,

Desde los páramos de altitud maciza y cálida, glaciar, extensa y deletérea,

En pie suelto y desnudo, ante rocas y obsidianas de incansables e incólumes eones,

heme aquí, enser siniestro en las apagadas fauces del ocaso,

ser vivo, utilería de osarios esparcidos por la Nada,

señuelo sanguíneo de espíritus agotados en un templo muscular nervioso:

diseño espantoso del séptico Humani Corporis Fabrica.

Desmedido en la enarbolada ansiedad y contingencia, en las noches, en las claras madrugas,

con el clamor de la flauta traqueal elevado a la cuerda digital del griterío…

                                                           me veo aquí

Desde que el agua gravitada cruzara el inicio del vientre del río

Desde que el fuego recorre las cenizas del cuello apagado del volcán

Desde que aire y viento ofrecen el oboe triunfal de la mañana

Desde la constelación inalcanzable engalanada de lagares infinitos.

                                                                ¡Heme aquí!

Nacido al derecho de nacer sin tiempo, sin espacio, sin razón, sin esperanza.

Conmovido veo, enternecido entonces, alrededor los seres que en estancia viven y utilizan

Los veo y los admiro, inconmovibles en su fuerza, en su raudal, veloces de frescura secular…

Pronuncio su color y sus aromas. Fulgentes y esparcidos,  veo danzarín y encantos

Y los llamo insistente, y los nombro con afán, y los digo hojas, los digo flores,

las digo bella excelsitud, las digo armoniosa incertidumbre

en anonadada emoción, vertiendo entre las sombras su magna, su ufana geografía.

Mas luego, al caminar en libre aparición de iris y beldades,

El celeste intangible de inconmensurables montañas, yo a sus pies,

me siento embebido en fogosa atracción e inerte asombro

del perfil que el vuelo en danza exquisita se muestra con rigor,

con sólida y temprana perfección que admiro y me inclino…

y la veo, y la nombro y la llamo… la denomino ave, la digo pájaro, halcón, torcaza

con su derecho de vuelo, de níveo planear, de libre albedrío.

Y seguidos los pasos, la fatiga, en la alegría del camino,

 me adentro, en verdosa sombra de rocío interminable,

en abrazo excepcional, con brazos excepcionales de cálido rodeo,

maderos mecidos y sonrientes, fijos y movientes;

mi emoción sonroja, los veo estar, los nombro, los digo árbol, bosque, cedro, mano de puma

magnánima conjunción de verdores y silbidos,

suculento material tejido de perfume y abrigo…

Así, comprendo, entiendo su derecho, su respiración, su dulzura entre los seres.

Entonces, en grave recorrido aún

Absorbiendo cristales líquidos en la pócima temblorosa de mi mano

Diviso en lumínica visión el aquel, de aquella que no es flor, ni árbol, ni viento, ni cielo, ni espacio sin fin,

Es el ser que al admirar gratifica la clara aptitud de la conciencia

Es el gratísimo placer de estrellas fulgurantes en azabaches pupilas

Es estrella prendida de acantilados, es peñasco de negras y abundantes lianas

De alas encendidas con cabellos, de labios firmes y guarnecidos

De lluvias de lágrimas, de corazones de tormentas, de sonrisa de amaneceres

Y la veo, y la admiro. La reconozco…

La nombro y la llamo y la denomino amor; comprendo su virtud absoluta

Y entiendo que el derecho de quererla es el gran destino del derecho.

Y siento el derecho de recorrer los cauces candorosos de sus poros,

de alimentar su respiro con el ósculo escanciado de la vida

De iluminar la tierra con sus ojos tempestuosos

Del abrazo y la estrecha contracción del derecho a los placeres de ser libres,

Del derecho a la libertad de caminar todos los senderos de la tierra,

                                                            ¡Henos aquí!

Pero, por sobre el aturdimiento y la rueda mortal de las muchedumbres.

Por sobre la necesidad octogonal de los órganos famélicos.

A sabiendas que los hombres nacen libres con la dignidad encadenada a su dolor,

Por encima de las ruindad y ruidosa existencia de las masas inconexas.

Por sobre su desarrollo maquinal y la necia tumba que se petrifica,

la Carta Fundamental de los derechos cuyo estandarte cuelga de la miseria humana

está grabada en un sinfín de voces vacías,  de fraternales odios,

de grandes personajes henchidos de la hez del populacho consumista,

de falsas banderolas y placas marmóreas con sus nombres,

de vana perennidad encaramada en el alto relieve de la mugrienta consciencia

del  impostor, enano y nano discurso de los inmundos gobernantes del planeta.

TUNDAYMI

Pedro Isaac Barreiro

Llegaron con maquinarias, muy bien armados llegaron

con máscaras, con fusiles, y en la cabeza los cascos

nunca les vimos la cara

pero vinieron a eso:

a tumbarnos nuestras casas

a enajenarnos la tierra, la entrañable tierra nuestra

a robarnos la esperanza

y a tratar de convencernos

de que lo estaban haciendo

¡para que crezca la patria!

¡Ellos hablando de Patria!

¿Somos de la misma Patria?

¡Esta tierra y estos ríos, este cielo, esta montaña

esta selva y estas aves… esta lluvia y estos truenos

y esta choza en la que vivo

forman parte de mi patria!

¡Y yo no vendo mi patria!

Nadie me va a convencer ni con dinero

ni a palos

ni con la gran minería

que yo les venda mi chacra ni que les venda mi casa

porque el que vende su tierra

está vendiendo su patria.

Y aunque me muelan a palos y aunque me acuse el fiscal

y me lleven preso un día,

mis hijos tendrán muy claro

que este pedazo de tierra no se ha de vender jamás

que aquí yo puse mi casa

y nadie me va a sacar

¡que vengan todos! No me importa:

¡Aquí me van a encontrar!

Llegaron con maquinarias, muy bien armados llegaron

con máscaras, con fusiles, y en la cabeza los cascos

no recuerdo cuántos eran…

¡pero estaban bien armados!